Visita a la Escuela de San José, Lavalle.
El día 16 de mayo visitamos la escuela Maestro Pablo Pizzurno, ubicada en San José, Lavalle, dentro de lo que se conoce como desierto o secano lavallino. Concurrimos en un grupo cercano a las 50 personas, conformado por alumnos de 9ºEGB y 1º de Polimodal, directivos y docentes del colegio, miembros de la Fundación Vivencias Argentinas y alumnas de la Fundación Rayuela.
La intención era conocer este lugar de nuestra provincia, sus habitantes y su realidad. Para ello acordamos convivir una jornada con la comunidad de la escuela primaria, realizar actividades en conjunto y llevar donaciones materiales aportadas por la comunidad educativa.
La recepción, emocionante, por parte de toda la comunidad de la escuela de San José. Tal como el año pasado, nos recibieron con los brazoa abiertos y nos hicieron parte de su lugar.
Son tan afables que no fue necesario hacer actividades de integración para los chicos, que compartieron juegos hasta la hora del regreso.
Y no sólo juegos. A la hora del almuerzo nos invitaron a su mesa con una exquisita carne a la olla y empanadas caseras.
La comunidad de esta escuela está conformado en gran parte por gente de la comunidad huarpe. Lo que llamó principalmente la atención de nuestra gente es su amabilidad, generosidad y agradecimiento. Su falta de prejuicios, humildad y valoración de lo que reciben. Se los ve felices, copañeros y solidarios. Hablan y escuchan tranquilos, y nadie dice malas palabras. Sólo basta que alguien eleve un poco la voz para que todos atiendan. Son increíblemente respetuosos y cuidadosos de su lugar, de los demás y de las tradiciones. Estos valores fueron percibidos y destacados por los alumnos de 9º.
Nuestros alumnos demostraron excelente comportamiento y capacidad de integración.
Momento del traslado de donativos al camión prestado por la familia Cerda.
Parada al ingresar al desierto, sobre el camino a San José, distante 36km.
La escuela de San José nos recibe calurosamente.
El juego convoca en este generoso patio calado en el monte de algarrobos.
Construimos hornos solares, con los que se puede calentar agua y cocinar sin dañar el monte.
El trabajo en equipo pusoa rápidamente en marcha estos dispositivos que en 2 horas llevaron la temperatura del agua desde 14ºC a 43ºC, sin usar leña ni gas.
Arturo Rinaldi, director de la escuela, sirviendo el almuerzo.
Todos en paz.
La intención era conocer este lugar de nuestra provincia, sus habitantes y su realidad. Para ello acordamos convivir una jornada con la comunidad de la escuela primaria, realizar actividades en conjunto y llevar donaciones materiales aportadas por la comunidad educativa.
La recepción, emocionante, por parte de toda la comunidad de la escuela de San José. Tal como el año pasado, nos recibieron con los brazoa abiertos y nos hicieron parte de su lugar.
Son tan afables que no fue necesario hacer actividades de integración para los chicos, que compartieron juegos hasta la hora del regreso.
Y no sólo juegos. A la hora del almuerzo nos invitaron a su mesa con una exquisita carne a la olla y empanadas caseras.
La comunidad de esta escuela está conformado en gran parte por gente de la comunidad huarpe. Lo que llamó principalmente la atención de nuestra gente es su amabilidad, generosidad y agradecimiento. Su falta de prejuicios, humildad y valoración de lo que reciben. Se los ve felices, copañeros y solidarios. Hablan y escuchan tranquilos, y nadie dice malas palabras. Sólo basta que alguien eleve un poco la voz para que todos atiendan. Son increíblemente respetuosos y cuidadosos de su lugar, de los demás y de las tradiciones. Estos valores fueron percibidos y destacados por los alumnos de 9º.
Nuestros alumnos demostraron excelente comportamiento y capacidad de integración.
Momento del traslado de donativos al camión prestado por la familia Cerda.
Parada al ingresar al desierto, sobre el camino a San José, distante 36km.
La escuela de San José nos recibe calurosamente.
El juego convoca en este generoso patio calado en el monte de algarrobos.
Construimos hornos solares, con los que se puede calentar agua y cocinar sin dañar el monte.
El trabajo en equipo pusoa rápidamente en marcha estos dispositivos que en 2 horas llevaron la temperatura del agua desde 14ºC a 43ºC, sin usar leña ni gas.
Arturo Rinaldi, director de la escuela, sirviendo el almuerzo.
Todos en paz.
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